Algo que no sucede con los futbolistas, que al cambiarse de camiseta (generalmente porque en otro club les pagan mejor) pueden llegar a ser muy odiados por la que antes era su afición. Pero esto antes no era así, fue en los años ocheenta cuando la camiseta se vio como un gran recurso publicitario, y en la década siguiente, la publicidad en el uniforme acabó convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de los clubes.
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